lunes, 12 de noviembre de 2012

Empate a pura fuerza

Foto: La Prensa

Peñarol y Nacional empataron 0- 0 en encuentro disputado por la décimo primera fecha del Campeonato Apertura 2012. El resultado determina que Peñarol continúa como líder solitario, al tiempo que Nacional se mantiene cuatro puntos debajo pero ostenta una continuidad de partidos invictos ante su tradicional rival que, según opiniones previas, era imposible de mantener.

Ni siquiera en caso de perder Peñarol hubiera visto en riesgo su primer lugar en esta fecha; llegaba con un promedio altísimo de goles a favor y con el impulso anímico de haber alcanzado ese primer lugar en la recta final del campeonato.

Ni siquiera en caso de ganar, Nacional hubiera tenido la certeza de que ocuparía el primer lugar en algún momento de las últimas fechas del torneo, porque ya no dependía, ni depende de sí mismo.

En ese contexto, la paridad del fútbol local fue la explicación para el empate, si se quiere también favorecida por un planteo inteligente de Gustavo Díaz, técnico de Nacional, ante las condiciones adversas y el plantel diezmado que tenía (sin Facundo Píriz, ni Gonzalo Bueno por suspensiones previas); o por la falta de precisión de los delanteros aurinegros.

Experiencia como principal atributo
Jorge Bava en el arco; Pablo Álvarez, Alejandro Lembo, Andrés Scotti, Cristian “Pichón” Núñez; en la línea de cuatro final. Sólo Álvarez tenía pocos clásicos disputados (y ganados).
Maximiliano Calzada, Israel Damonte, “Colo” Romero y Álvaro Recoba en el mediocampo. Sólo Romero tenía pocos clásicos disputados (y ganados).

Alexander Medina y Adrián Luna en la delantera. Sólo Luna no tenía duelos clásicos, al tiempo que el “Cacique” ostentaba su invicto de diez partidos. 

Así se presentó Nacional, con un equipo lento pero experiente, capaz de contrarrestar la velocidad del rival con buena ubicación en el campo y manejo de los tiempos.

Velocidad como principal atributo 
Peñarol formó con Danilo Lerda en el arco (debutante en este tipo de cotejos). Una línea de cuatro defensas integrada por Nicolás Raguso, Damián Macalusso, Darío Rodríguez y Alejandro González. Dos de cuatro futbolistas tenían experiencia en clásicos y unos solo, Darío, saldo positivo.
Marcel Novick, Jorge Zambrana, Carlos Grossmûller y Fabián Estoyanoff en la mitad de la cancha. Uno solo, Estoyanoff, tenía antecedentes triunfales en materia de enfrentamientos ante Nacional.

Marcelo Zalayeta y Olivera en la ofensiva, ambos con credenciales muy valiosas, pero sólo Zalayeta con balance estadístico favorable.
Con ese equipo, indudablemente, la apuesta de Jorge “Polilla” Da Silva fue ganar el encuentro a partir de la velocidad en ofensiva, sin embargo, pese a generar más tenencia del balón y oportunidades de gol, el planteamiento no dio el resultado que esperaba.

Fuerza, corazón y ganas de ganar 
En los primeros cuatro minutos de juego, Nacional cometió tres faltas fuertes contra jugadores aurinegros. Lembo tomó a Zambrana de la camiseta, Santiago Romero golpeó a Novick y Scotti cometió una infracción sobre el sector derecho del ataque aurinegro. Rápidamente comenzaron las discusiones y los forcejeos, favorables para el plan de Nacional de quitar velocidad a las acciones. 

Aún así, entre interrupciones permanentes, Peñarol generó tres oportunidades de gol muy concretas en los primeros minutos y culminó el primer tiempo con un nivel de juego superior al de su rival. En ese lapso Nacional llegó a inquietar a Lerda en una sola oportunidad, por un error defensivo de Alejandro González, quien despejó corto y perdió el balón en el borde del área de su equipo. En ese período también había ejecutado un tiro libre a favor, que con Recoba en cancha siempre es posibilidad de gol, pero esta vez el remate se fue por arriba.

En la segunda mitad Nacional mantuvo el control. Los volantes de marca tricolores ejercieron su dominio sobre los de Peñarol y evitaron avances. Recoba se cansó paulatinamente pero pocas veces perdió balones. Damonte, Calzada y Romero fueron capaces de evitar la generación de ataques por parte de Zambrana, Estoyanoff y Grosmüller. Inclusive llegaron a proyectar ataques, casi siempre basados en errores defensivos de Peñarol. La oportunidad más clara en ese sentido, la tuvo Adrián Luna, quien robó una pelota que Lerda intentó jugar con los pies pero no tardó en la definición y fue trabado por Darío Rodríguez. 

Al final, el resultado fue justo. Empate por los esfuerzos realizados por ambos y la falta de eficacia para definir en las pocas oportunidades generadas. Peñarol fue más ofensivo, como era previsible, y generó más oportunidades, pero no logró su cometido. Mención aparte para Zalayeta, de gran partido, inclusive con un remate espectacular sobre el final, y para Damonte, que marcó, manejó los tiempos y representó un obstáculo insalvable en la mayoría del partido.

Ficha del partido: Peñarol 0: 0 Nacional 

Cancha: Estadio Centenario. Jueces: Daniel Fedorczuk, Mauricio Espinosa y Gerseis Gómez.

Peñarol: Danilo Lerda, Alejandro González, Damián Macaluso, Darío Rodríguez, Nicolás Raguso; Marcel Novick, Carlos Grossmüller, Fabián Estoyanoff, Jorge Zambrana (78′ Aureliano Torres); Marcelo Zalayeta y Juan Manuel Olivera. Director técnico: Jorge Da Silva. Suplentes: Enrique Bologna, Juan Alvez, Sebastián Cristóforo, Ignacio Nicolini, Sebastián Gallegos y Jonathan Siles.

Nacional: Jorge Bava, Christian Núñez, Andrés Scotti, Alejandro Lembo, Pablo Alvarez, Santiago Romero (88′ Matías Cabrera), Israel Damonte, Maximiliano Calzada, Alvaro Recoba, Adrián Luna (85′ Vicente Sánchez) y Alexander Medina (85′ Sebastián Taborda). Director técnico: Gustavo Díaz. Suplentes: Leonardo Burián, Adrián Romero, Juan Ramón Curbelo, Jonathan Ramírez.

Tarjetas amarillas: 8′ Damián Macaluso (P), 32′ Israel Damonte (N), 42′ Marcel Novick (P), 62′ Andrés Scotti (N), 75′ Adrián Luna (N), 85′ Alexander Medina.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Deporte e idiotez

AViciados de Nulidad

Artículo publicado en Viciados de Nulidad
Albert Einstein dijo alguna vez: “Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y de la primera no estoy seguro”. Cuando uno ve las actitudes del fanático de fútbol, se da cuenta que el científico tenía razón. La idiotez no tiene límites. Pero tampoco tiene colores ni banderas. No es propiedad exclusiva de una clase social, no distingue sexos ni edades y no pertenece a una zona geográfica.

El sábado,25 de agosto Nacional se enfrentó a Defensor Sporting. El local fue el violeta. Luego de muchas idas y vueltas con el tema de la cancha (si se podía jugar en el Estadio Luis Franzini, perteneciente a Defensor), el Ministerio del Interior le habilitó jugar en su cancha. (Un aparte merecería las pintadas que hizo el club en la zona, pintando inclusive la fachada de la Facultad de Ingeniería, lo que nos vincula con la nota de Eric Alvez “¿Arte oContaminación Visual? y la multa solo a los cuadros grandes por las graffiteadas).

En determinado momento del partido, está a punto de ingresar el jugador Álvaro Recoba. Cuando el “Chino” cruzó por la cabecera de la parcialidad violeta, lo escupieron que aquello era una lluvia de salivazos. El tipo la soporto estoico.

Al otro día, jugaba Peñarol Fénix en el Estadio Centenario. Primer partido del campeonato para ambos equipos, pero lo que todos miraban era el retorno de Antonio Pacheco al equipo carbonero. Era el regreso del último gran ídolo mirasol y todo pintaba para fiesta. Pero la cosa no fue así.

En el minuto 42, en un tranque con un jugador de Fénix, el capitán se fracturó la pierna. El partido pasó a ser un mero trámite que cumplir, porque a la hinchada lo único que le importaba era la salud del ídolo caído.

Si bien la gran mayoría de los aficionados y jugadores de fútbol se condolieron de la salud del jugador de Peñarol, algunos fanáticos (más que nada en las redes sociales) festejaban que Pacheco se había fracturado.

Perfil del idiota


El seguidor de un cuadro tiene los colores pintados en su corazón. Es algo normal y en parte es hasta lógico que luego de ver perder al cuadro que uno sigue y ama, a uno lo invada un sentimiento de bronca. Pero, después de todo, la vida continúa.

El problema es cuando eso te transforma en una cuestión de vida o muerte. Ese fanatismo extremo lleva a que algunos no vean que es solo un deporte. Que terminados los 90 minutos hay más vida y que no todo pasa por los colores del cuadro.

Esta gente no pertenece a una población específica. Hay ricos, pobres y de clase media. Hombres y mujeres, de todas las edades. No miden la gravedad de sus acciones. Se vuelven irracionales al extremo; tanto que piensan que todo lo que salga de los rivales el despreciable al extremo. Inclusive la vida.

Pero también aparece el idiota en acción cuando no surge lo que espera  del cuadro.  Un ejemplo claro fue lo que le pasó a Jonathan Urretavizcaya, luego de un clásico en mayo de 2011. Ese partido era clave para cualquiera de los dos equipos, ya que el que ganara dejaría por el camino al rival en la pelea por el campeonato clausura 2011. Ganó Nacional. Cuando el jugador Urretavizcaya (de Peñarol) fue a visitar a sus padres en el barrio Lavalleja, hinchas de Peñarol con camisetas de Nacional se le arrimaron a su camioneta mientras circulaba por la calle y le arrojaron un coctel molotov en plena marcha. El jugador pudo bajarse ileso.

Es grave ver que desde los clubes (todos, sin excepción) no se hace nada para frenar el fanatismo extremo. Al contrario, día a día se alienta más porque gracias a ello, los clubes venden más: hacen más socios, venden más entradas, meten más merchandising oficial del club en el mercado. Pero se olvidan que fuera del campo del campo de juego, la vida no es un campo de batalla.

Decía un viejo sabio: “nunca van a dejar de existir los bobos y los palos torcidos”. Se ve que era amigo de Einstein.  

Una derrota dolorosa, pero no definitiva

Foto AFP
Uruguay sufrió la peor derrota de los últimos tiempos, en el encuentro disputado el viernes 7 de setiembre, en la ciudad de Barranquilla, frente al equipo de Colombia.

Fernando Muslera en el arco, Álvaro Pereira, Diego Godín, Diego Lugano, Mauricio Victorino, Álvaro Pereira, Diego Pérez, Arévalo Ríos, Crístian Rodríguez, Diego Forlán y Edinson Cavani fueron los integrantes del equipo titular en este juego. Los mismos jugadores que integraron la base del seleccionado de Uruguay en la Copa del Mundo Sudáfrica 2010 y en la Copa América Argentina 2011, con éxitos memorables, esta vez fueron derrotados en forma categórica.

Hay opiniones, como generalmente ocurre en estos casos, que piden cambios en el equipo; algo que no es extraño para quienes piensan que Uruguay debe vencer sin dificultades a cualquier selección del mundo. En realidad, el equipo de Tabárez esta vez jugó mal, recibió goles rápidamente y no tuvo el control de la pelota que hubiera sido necesario para que los minutos pasaran sin que el calor desgastara tanto a los futbolistas compatriotas; sin embargo, esta selección tiene un trabajo que supera a un resultado puntual.

Los más de cinco años de entrenamiento, conformación del equipo, definición de un estilo de juego y de conductas, dentro y fuera de la cancha deben estar por encima de una valoración fácil, que se remita a este último juego. Sólo cuando se comprende esto, es posible entender que los triunfos de Uruguay en los últimos años no fueron una casualidad y que la única forma de revertir resultados adversos es, como ya lo ha hecho esta selección, con trabajo, esfuerzo y planificación. No con súplicas de cambios irracionales. Un triunfo ante Ecuador puede volver a este conjunto uruguayo a los primeros lugares de la Eliminatoria, algo que evidencia que nada está definido por una derrota, por más que haya sido dolorosa, como la de Barranquilla.

Más información del encuentro (Portal FIFA).

sábado, 11 de agosto de 2012

Aztecas de Oro

Foto: FIFA
¿México juega mejor que Brasil? La pregunta puede generar eternas polémicas. Según los cánones del fútbol vistoso, estético y ofensivo, el planteamiento de México en la final de fútbol en los Juegos Olímpicos Londres 2012, no fue el mejor. Sin embargo, en lo que respecta al resultado final, la selección azteca obtuvo un triunfo inobjetable.

Aplicado para anular las virtudes del rival, el seleccionado "Tri" defendió muy bien, evitó que la virtuosidad de los brasileños le generara dificultades y explotó los errores defensivos de su rival.

Al minuto de juego, Oribe Peralta definió una jugada generada casi en forma involuntaria, cuando tras un pase sin buen destino, el lateral derecho de Brasil, Rafael, fue presionado y perdió una pelota que tenía controlada. Peralta recibió en posición cercana al área, pateó fuerte y bajo, contra el palo derecho y convirtió el gol más rápido en la historia de esta competencia, que además le posibilitó a su equipo comenzar con un tanto de ventaja.

Desde la apertura del marcador, México no cambió su estrategia y continuó defendiendo mientras esperaba un nuevo error defensivo. Con una actitud enérgica, dos líneas de cuatro hombres para marcar y dos delanteros ubicados cerca del mediocampo, listos para contraatacar, el planteamiento no fue el preferido por los amantes del fútbol ofensivo, pero sí fue el más propicio para obtener un resultado histórico.

Volviendo a la pregunta del principio: ¿México juega mejor que Brasil?, respondería con otra pregunta:  ¿qué es jugar mejor que el rival? Si, como creo, es encontrar las formas adecuadas para debilitar sus mejores atributo y explotar sus errores, la respuesta es: sí, México jugó mejor. En la historia de los grandes campeonatos internacionales hay muchísimos ejemplos similares: la final que Uruguay le ganó a Brasil en 1950, la que Alemania conquistó ante Holanda en 1974, igual que la de1978, con triunfo de Argentina frente el mismo rival. En definitiva, parece una muestra de que jugar "estéticamente" bien, no siempre es jugar mejor que los adversarios.

Más información:
FIFA


sábado, 4 de agosto de 2012

Oscar Tabárez: el camino al margen de los resultados

Foto: Blog Opinemos hoy
Sábado 4 de agosto de 2012. Uruguay recientemente quedó eliminado de la competición en fútbol por los Juegos Olímpicos de Londres. Una vez más, los espacios deportivos en los medios de comunicación de nuestro país volvieron a tratar el tema con una dureza proporcional al exitismo que habían manifestado antes del campeonato.

Simplemente con percibir estas opiniones alcanza para apreciar la diferencia entre el pensamiento del entrenador, Oscar Tabárez, y la mayoría de los comunicadores. La primera conclusión que se puede extraer es que muchos periodistas no han comprendido la significación de ideas como: "proceso de selecciones nacionales", "trabajo planificado", "memoria futbolística" y "continuidad, antes que resultados inmediatos".

No es posible asegurar que Tabárez no se equivoca nunca, ni que todo lo que propone debe ser idealizado, pero sería bueno, de una vez, reconocer que la metodología en fútbol es capaz de generar buenos resultados. Conceptos como: "mística", "garra charrúa", "temperamento", "peso de la historia", "gloria de la camiseta" son parte de nuestro imaginario colectivo y tienen lugar en los desempeños de los equipos uruguayos, por la tradición que en nuestro país tiene este deporte, pero no alcanzan, por sí, para obtener triunfos ni para explicar derrotas.

Cuando entendamos que la actuación del Mundial de Sudáfrica 2010 fue propiciada porque muchos de sus jugadores participaron en competencias de juveniles, la mayoría llegó a la selección mayor al menos tres años antes de la competencia máxima y no sufrió exclusiones pese a algunas derrotas; entonces, estaremos en condiciones de comprender el trabajo liderado por Tabárez y no soñar con que podemos vencer a rivales como Senegal, por el simple hecho de que no ha participado con asiduidad en torneos mundiales organizados por la FIFA.

El cuarto puesto en el último Mundial, la consagración en la Copa América Argentina 2011, la clasificación en los primeros lugares del ranking de la Federación Internacional de Historia y Estadísticas de Fútbol (IFFHS), dependiente de la FIFA, y el cambio general que Tabárez generó en las selecciones nacionales deberían ser útiles para valorar su trabajo, tomarlo como modelo y aspirar así, justificadamente, a la obtención de nuevos buenos resultados.